Cuatro aspectos de la importancia de la Ética para los negocios enfocados en el caso Parmalat

1. El poder y la influencia de los negocios en la sociedad es más grande que nunca

El poder y la influencia que tenía Parmalat, debido a su marca, le permitió pasar desapercibido durante mucho tiempo ante los ojos de los stakeholders y de instituciones como el Banco de Italia y el COSOB, los cuales se encargaban de la vigilancia de la documentación presentada por las empresas respecto a su contabilidad.

Estas instituciones no vigilaban de la misma manera a esta empresa por el prestigio que se había ganado. Ellos pensaban que Parmalat nunca se atrevería a falsificar su información contable y financiero.

Por otro lado, la empresa poseía tanto poder que era capaz de realizar diferentes transacciones para lograr tapar las cifras negativas de la empresa de turismo (Parma Tour). El poder que tienen en este caso se centra en el hecho que los bancos no sacaron a la luz esta información que perjudicaba a muchas personas, por el contrario, ayudaban a la empresa a realizarlas, probablemente con el fin de que la empresa continuara formando parte de su cartera de clientes.

2. La malas prácticas de negocios tienen el potencial de infligir un enorme daño en las personas, comunidades y el medio ambiente

Las malas prácticas realizadas por esta empresa perjudicaron, en mayor proporción, a sus accionistas, sean estos grandes inversionistas o accionistas menores. Esto se debe a que ellos confiaron sus inversiones a esta empresa, basados en documentos falsos y al final lo que obtuvieron fueron pérdidas. Además, otras personas perjudicadas fueron los que conformaban la gerencia y, especialmente, el gerente de finanzas, ya que él era quien ordenaba que se hiciera esto, pero los de la gerencia sabían y aprobaban lo que se hacía. Al final, todas estas personas ganarían tener un mal prestigio y les costaría volver a ganarse la confianza de cualquier persona que los fuese a contratar en otro lugar (si lograban que los contrataran).

Por otro lado, los clientes también se pudieron ver afectados de forma indirecta, ya que si ellos compraban productos de una empresa fraudulenta, probablemente los consumidores no les comprarían. Esto se puede deber, en gran medida, a que muchos consumidores podrían creer que si seguían comprando, en cierta forma, serían cómplices de las malas acciones de esta empresa.

3. La ética para los negocios nos proporciona conocimientos que trascienden hacia otros campos de los negocios

A partir de lo sucedido con Parmalat, las entidades reguladoras como CONSOB y el Banco de Italia empezaron a ser más rigurosas (en control y procedimientos de auditorías) al momento de evaluar a las empresas que cotizan en bolsa. Con esto se busca que no vuelva a ocurrir fraudes de tal magnitud. Aquí se puede observar que la ética para los negocios trascendió a entidades relacionadas con el Estado italiano. Además, puede que esto haya provocado una mayor rigidez a la hora de aceptar la entrada de empresas a la bolsa (solicitud de mayor cantidad de documentos que la certifiquen como empresa confiable).

4. La ética para los negocios nos da la habilidad para comprender los beneficios y riesgos de diferentes caminos para manejar las cuestiones éticas

En el caso de Parmalat, si se hubiese educado a los empleados sobre los aspectos éticos y morales orientados al negocio, probablemente la empresa hubiese tomado otras acciones para afrontar la crisis por la estaban atravesando.

Dentro de las posibilidades, la gerencia pudo haber informado adecuadamente a sus accionistas respecto a la crisis y, junto a ellos, plantear un plan de acción para salir de la adversidad. Si bien esto pudo conllevar a que su información contable y financiera no se viera bien (perdiendo nuevos inversionistas), de esta manera, hubiesen conservado su integridad como empresa y, sobretodo, su credibilidad.

Por otro lado, otro riesgo al que se pudo enfrentar es con los bancos, ya que estos podrían cerrarles la aprobación y otorgación de créditos a la empresa (debido a su crisis). Sin embargo, con un plan de acción, los accionistas hubiesen podido invertir más con el fin de salvar la empresa, hasta el punto en que los bancos pudiesen ver que la empresa se encuentra estable y pudiesen otorgarles préstamos nuevamente.

Por Luciana Nuñez del Arco y Erika Rojas

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